TEMPLO, HOSPITAL Y COLEGIO DE SAN JUAN DE LETRÁN
O “EL HOSPITALITO”
HISTORIA
Después de haberse fundado la ciudad de Puebla en 1531, los mismos fundadores buscaron con mucha premura el tener un hospital, que además estuviera bajo la advocación del Señor San José (que ellos llamaban San Jusepe), por lo que nombraron como mayordomo a Martín Alonso y a quien se le encargó además repartir los primeros solares para esta naciente ciudad, de donde tomó el nombre de “Partidor”. El cronista Echeverría y Veytia relata que se asignaron cuatro solares para construir un suntuoso hospital en la esquina de las que actualmente son la avenida 9 oriente y la calle 2 sur. Siendo alcalde de la ciudad García de Aguilar (1534 y 1537) y sabiendo de la urgente necesidad de un lugar de atención de enfermos, aceptó que se les atendiera en dos casas que tenía construidas inmediatas a la Plaza Mayor (zócalo) mientras se reunían los fondos para la construcción de dicho hospital.
Con limosnas y con la donación que el rey Carlos V hizo, se inició la construcción del hospital, mismo que cuando estuvo en condiciones empezó a atender a los enfermos. Por su lado, el Cabildo realizó “la donación” del hospital al Papa Paulo III para que se agregara al de San Juan de Letrán en Roma, disfrutando con ésto de todas las gracias, indulgencias y jubileos que éste tiene. Don Miguel de la Barreda fue el primer capellán encargado de la misión a Roma además obtuvo el nombramiento de primer patrón para el obispo fray Julián Garcés, pasando el hospital a la muerte de éste a la tutela del Ayuntamiento de la ciudad con lo que se multiplicaron los donativos y sólo así se pudo terminar el hospital y el templo. Poco después se fundó la cofradía denominada «De Nuestra Señora de la Limpia Concepción para el cuidado de los enfermos», nombre que posteriormente se transmite al hospital; más tarde este hospital pasa a manos de los obispos y al llegar a esta sede don Juan de Palafox y Mendoza con el fuerte deseo de fundar un Colegio de Niñas, traslada a los enfermos al hospital de San Pedro, estableciendo aquí el Colegio de la Purísima Concepción conocido como el de las Niñas Vírgenes.
Con el tiempo el obispo Santa Cruz (1676 y 1699) estableció otro colegio denominado «San José de la Gracia» anexo al templo; este edificio sirvió a diferentes instituciones educativas y actualmente ocupa una parte el Museo Amparo. Posteriormente, el edificio del hospital se convirtió en asilo de ancianos, hasta que fue cedido a la Fundación Amparo para ampliar las instalaciones del museo mencionado.
Después de verse arruinado el templo por el tiempo mismo, se inició una nueva construcción en 1707, y debido al terremoto del 15 de agosto de 1711 las obras se terminaron hasta 1721; algunos elementos nuevos se dieron en la fachada en donde por ejemplo, se colocó el escudo del Papa Inocencio XIII reinante en ese momento, y para simbolizar la unión que existía con Roma, además se colocaron las esculturas de san Pedro y san Pablo a los lados del portón; finalmente el 19 de marzo de 1832 se inauguró solemnemente este templo.
Como sucedió en la mayoría de los templos, se registraron algunas pérdidas de obras y este templo no es la excepción pues se cuenta que había en el presbiterio una tribuna alta con reja por donde oían misa las colegialas, además contaba con retablos dorados tanto al frente como a en los muros de la nave. En la actualidad el interior es muy sencillo.
TEMPLO DE SAN CRISTÓBAL
HISTORIA
Su historia inicia en los primeros años del siglo XVII cuando el presbítero don Cristóbal de Rivera, cura de Tlacotepec, pasaba por un cauce llamado la Barranquilla, en las faldas del cerro de Loreto y llamó su atención el escándalo de varios perros callejeros al tratar de arrebatarse trozos de carne, al acercarse descubrió aterrorizado que el motivo eran los restos destrozados de un recién nacido; este hecho lo motivó a fundar un lugar para niños huérfanos o abandonados. Inmediatamente expuso sus planes al obispo don Diego Romano quien se ofreció a apoyarlo así como su hermana doña María Rivera quien contribuyó también económicamente por lo que fueron ellos los primeros patronos junto con el obispo Romano.
Para llevar a cabo esta obra se utilizó una casa ubicada en la esquina de la calle del Real Hospital de San Pedro (4 Norte) que posteriormente se llamaría de la Portería de Santa Clara. Lo primero que se adaptó fue esa pequeña vivienda como capilla provisional y el P. Rivera decidió dedicarla a su santo patrono, quedó entonces como “Hospital del Señor San Cristóbal de Niños Expósitos” (término que significa recién nacido abandonado, expuesto o confiado a un establecimiento benéfico).
En 1666 se lograron juntar los recursos para construir un templo, por lo que derribaron la vieja capilla y parte de la casa; el financiamiento fue hecho por don Francisco de Guadalajara, el cual según cuenta la historia, contrató al arquitecto Carlos García Durango, quien ya había intervenido en la torre norte de la Basílica Catedral y algunas otras obras de esta ciudad; el templo se concluyó en 1687 apoyado por nuevos patronos, quienes decidieron dedicarlo mejor a la Limpia Concepción de Nuestra Señora escogiendo el 8 de diciembre para la ceremonia de consagración; quedando entonces la dedicación a San Cristóbal solo como una referencia, por lo cual únicamente existe una escultura grande del santo a la entrada del templo del lado derecho y otra imagen pequeña en el altar principal.
La construcción anexa al lado derecho del templo era el hospital con un claustro, y una huerta para el servicio propio y que funcionó hasta que llegaron las Leyes de Reforma (1861); en 1921 se convierte en una escuela primaria del Gobierno del Estado, actualmente dicha escuela se llama Himno Nacional.
Comento finalmente que el orfanatorio tenía un rector, celadores y una matrona encargada de supervisar a las nodrizas que amamantaban a las criaturas desvalidas; en el siglo XVIII se estableció la costumbre de que el Jueves Santo durante los servicios religiosos se llevara a los niños huérfanos limpios y arreglados para que los fieles se dieran cuenta de que se les trataba bien y además se estimulara la piedad de la gente para generar algunas adopciones.
TEMPLO DE SAN PEDRO
HISTORIA
Fray Julián Garcés, obispo de Tlaxcala, se propuso emprender en Puebla una obra que dejara un grato recuerdo de su gestión episcopal, por lo que se decide a fundar en 1541 un hospital que estuviera a cargo de la Iglesia instituyéndose el Hospital de San Pedro y San Pablo de la Catedral de Tlaxcala, simbólicamente, pues el patrimonio de la fundación eran unos solares junto al convento de los dominicos. Al año siguiente murió el prelado y el cabildo (o Ayuntamiento) decidió en pleno formalizar la institución pues había pensado ya en la necesidad de construir casas de asistencia u hospitales siendo uno de ellos el de San Jusepe, que más tarde se llamó de San Juan de Letrán, conocido popularmente como el Hospitalito (tríptico # 18); ambos hospitales se encuentran entre los primeros en la Nueva España.
En 1543 llegaron las provisiones reales para formalizar el traslado de la sede diocesana de Tlaxcala a Puebla y un año después, en 1544, ya funcionaba el hospital con éxito pero ocasionando fuertes gastos al cabildo catedralicio; para 1548 el virrey Antonio de Mendoza enviaba una carta a los dos cabildos poblanos (civil y eclesiástico) en los cuales sugería se juntasen los dos hospitales llamándose sólo Hospital Real, por lo que los enfermos hombres se trasladaron al de “San Pedro y San Pablo” y el de “San Juan de Letrán” quedó como hospital de mujeres.
Posteriormente la autoridad virreinal logró el cambio de nombre a “Real Hospital de San Pedro”, y para 1564 el mayordomo de la Catedral don Juan Velázquez contrató los servicios del maestro albañil don Francisco Doro, para que se hiciera cargo de las obras de construcción de un templo para el hospital; dicho “templo” debía de cerrarse con un “artesonado de par y nudillo”, es decir, sería la techumbre a base de madera y teja, seguramente a dos aguas.
El templo se concluyó posiblemente a finales del siglo XVI dado que para 1599 se da por finiquitado el pago del altar mayor al pintor Juan de Arrué; sin embargo para esa fecha el edificio hospitalario estaba todavía en proceso constructivo, pues para 1605 apenas se estaban labrando las columnas del patio principal, obra de los canteros Alonso Pablo y Agustín García; el diseño del conjunto fue obra del maestro mayor de la Catedral don Antonio Ortiz del Castillo.
Años más tarde, en 1640, llegó a gobernar la diócesis poblana Don Juan de Palafox y Mendoza quien en ese mismo año, tomó la decisión de convertir el Hospital de San Pedro en mixto, trasladando a este lugar a las enfermas de “San Juan de Letrán”, y de esta forma al quedar vacío este último sirvió para colegio de niñas vírgenes.
Para mediados del siglo XVII se hicieron las modificaciones al templo original de artesón, no sufrió alteraciones sustanciales, sólo se cambió la techumbre por una bóveda de cañón y una pequeña cúpula sin tambor. Al parecer se dejó el altar mayor original y algunos colaterales y se añadieron otros como el dedicado al “Santo Entierro de Cristo” y el de “Nuestra Señora de la Soledad”, encomendado al ensamblador Diego de los Santos en 1670, por promesa hecha de los señores Juan Dávila Galindo y Gabriel Hidalgo, mayordomos de la cofradía del Hospital que era una de las más reconocidas en la procesión de Viernes Santo. Se hicieron tres puertas, una en la portada principal, otra en la lateral y una hacia el patio del hospital que sólo se abría en ocasiones especiales. Se dio la bendición solemne del templo en 1679.
El cabildo eclesiástico nombró a dos señores con el título de comisarios del hospital como encargados de velar por la subsistencia económica de este; en el aspecto médico estaba todo a cargo del enfermero mayor; en lo espiritual estaba en manos del capellán del templo, ambos bajo la severa autoridad del rector, quien siempre debería ser un clérigo de reconocido prestigio y virtudes.
CONOCE PUEBLA
Su clima es templado, con veranos frescos, semi-húmedos y lluvias durante el verano y a principios del otoño; su temperatura media anual es de 16°C. Esta ciudad cuenta con un gran número de edificios coloniales de tendencia principalmente barroca y neoclásica del siglo XVI, entre los que se destaca su catedral, ejemplo perfecto de la belleza arquitectónica de la ciudad. El trazo perfecto de sus conventos, parroquias y plazuelas, parece haber sido realizado de la mano de los mismos ángeles. La riqueza cultural de esta ciudad no sólo está plasmada en su arquitectura; su gastronomía conjuga perfectamente la herencia prehispánica, árabe, francesa y española, que se ve reflejada en sus famosos platillos como los chiles en nogada y el mole poblano, que han adquirido fama mundial.
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