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viernes 22 de noviembre del 2024

La alimentación es el aspecto más importante a tener en cuenta cuando se busca un objetivo en pro de la salud. Estos son los cinco errores que las personas menos experimentadas comenten a menudo cuando comienzan una nueva dieta.

No cabe duda que la alimentación es un factor imprescindible para llevar una vida saludable al máximo; algo que lamentablemente se ha ido perdiendo con el paso de los años debido a que hoy en día el concepto de alimentación se ha tergiversado de tal forma que son muchísimas las personas que creen que alimentarse consiste únicamente en meterse cualquier comida a la boca con tal de saciar el hambre o el antojo y, olvidándose de consumir alimentos de calidad que aporten no sólo energías, sino también los nutrientes necesarios para pueda realizar todas sus funciones al 100%.

La razón de esto puede deberse al ajetreado estilo de vida que llevamos actualmente en el que resulta mucho más fácil acudir al supermercado y comprar los productos que ya están listos para su consumo una vez son calentados en el horno de microondas; dejando de lado el tiempo para conseguirse frutas, verduras y alimentos de origen animal que sí tienen un valor nutricional adecuado, a diferencia de estos, conocidos como productos ultra procesados que sólo aportan energías vacías y con grandes cantidades de aditivos, sustancias químicas y sodio.

Y estos son sólo algunos de los errores que con mayor frecuencia se cometen y que alejan a las personas de seguir una alimentación saludable con las respectivas consecuencias que ello acarrea. Analizando el tema con más profundidad podemos notar que incluso hay más, por lo que es importarle prestarle la atención debida a nuestros hábitos alimenticios y en caso de estar cometiendo uno o más de ellos, tratar de hacer todo lo posible para solucionarlo.

1. Basar la dieta en el consumo de cereales

Durante mucho tiempo se nos ha inculcado, a través de las organizaciones nutricionales que los cereales deben formar parte de nuestra alimentación básica, ya que estos aportan una buena cantidad de nutrientes, así como fibras necesarias para regular el proceso digestivo.

Aquí hay dos puntos a tener en cuenta, siendo que uno de ellos es que si bien es cierto que el valor nutricional de los cereales es alto, también lo es que aportan muchas calorías, por lo que basar la dieta en el consumo de estos, sobre todo cuando se hace de forma descontrolada, puede llevarnos a sufrir de sobrepeso u obesidad, así desarrollar enfermedades a partir de estos padecimientos (diabetes, problemas cardiovasculares, etc.).

El otro punto es que hoy en día, la manera más fácil de conseguir cereales es a través de alimentos que se producen a través de las harinas refinadas, es decir, que cuentan con valor nutricional muy pobre, al no contener vitaminas y/o minerales y escasos gramos de fibra, incluso en porciones grandes, aunque sin perder mucho del aporte calórico. Estas harinas refinadas, que vendrían a ser una forma de carbohidratos compuestos, conllevan a la acumulación de azúcar en la sangre y por ende, a una mayor producción de insulina, hormona a la que es muy fácil desarrollar cierta resistencia (incidiendo en diabetes) y a la que se le relaciona con la incapacidad del cuerpo para utilizar las grasas como fuente de energía.

Si prestamos más atención a las pirámides alimenticias más actuales y que se respaldan bajo estudios mayores documentados, nos indican que las hortalizas, frutas y verduras son alternativas que más deben tenerse en cuenta a la  hora de planificar una dieta.

2. Beber productos llenos de azúcar

El azúcar se ha hecho muy popular durante los últimos años, ahora ya no sólo la encontramos en la mesa para acompañar la taza de café o té, sino que también está disponible en otros productos como los panes industriales, bollería, postres, snacks ultra procesados, jarabes y mieles sintéticas y, por supuesto, en los refrescos embotellados y casi todo tipo de bebidas comerciales y preparadas en casa.

El azúcar, como ya sabemos, es un producto compuesto de carbohidratos simples, que como ya se explicó anteriormente, contribuye a la acumulación de glucosa en la sangre y el resto… bueno, es algo que ya sabemos.

Y el problema no es sólo ello, sino que también suelen aportar cantidades ironías de calorías vacías (que no contiene nutriente alguno), por lo que su consumo únicamente reincide en causar daños severos al cuerpo que comienzan a manifestarse tarde o temprano.

Las versiones light de estos productos no suelen contar una historia diferente, pues a pesar de que no contienen azúcar, para poder presentar un sabor agradable, son endulzados con aspartamo, un compuesto sintético que se ha demostrado ocasiona cambios en el ritmo metabólico que a la larga podría llevarnos a una mayor acumulación de grasas en el cuerpo.

Por su parte, las bebidas que solemos preparar en casa como los jugos de fruta y el mismo café y té, también son altamente nocivos, pero no porque sea malo consumir vegetales, sino porque también son adicionados con grandes cantidades de azúcar, además de que en el caso de los zumos de frutas, muchos de los nutrientes son eliminados al desechar la cáscara y aprovechar únicamente la pulpa para su preparación.

La mejor alternativa a estos problemas, como no podría ser de otra forma, es acompañar siempre los alimentos con agua natural, lo que nos evitará consumir calorías extra, así como prevenir enfermedades como el cáncer o padecimientos cardiovasculares.

3. Optar por el consumo de alimentos ultraprocesados

Esto es lo que veníamos comentando en un principio acerca de cómo nuestro estilo de vida actual muchas veces nos obliga a decantarnos por productos que solamente contribuyen a saciar ese estado de hambre, sin dar paso a una buena recepción de nutrientes que podemos encontrar normalmente en los alimentos naturales.

Los productos ultraprocesados cada vez ocupan un mayor espacio dentro de las cocinas de las sociedades más desarrolladas, permitiendo que igualmente, sean cada vez más las personas que sufren de sobrepeso u obesidad y que se vuelven mucho más vulnerables a desarrollar algún tipo de cáncer, como resultado de seguir una dieta alta en sustancias químicas a las que el cuerpo no está acostumbrado.

La buena noticia es que siempre podemos encontrar la otra cara de la moneda en la que se nos ofrecen productos que a pesar de ya estar congelados o envasados, no necesariamente están llenos de químicos para aumentar su tiempo de vida útil. Un gran ejemplo de esto son los vegetales congelados que se destacan por mantener sus calidad nutricional durante mucho más tiempo, así como ser mucho más versátiles, ya que nos evitan el tiempo para tener que prepararlos desde cero (unos minutos al calor es más que suficiente para que ya estén listos), son mucho más económicos y su tiempo de vida es más prolongado, por lo que tampoco dejan muchos desperdicios como sucede con las verduras frescas.

Adicional a ello también destacamos otros alimentos envasados y de los que se recomienda su consumo como el aceite de oliva, aceite de aguacate, aceite de coco, frutos secos, semillas como la chía o la quinoa e incluso algunas hortalizas y legumbres como los frijoles en grano y garbanzos.

4. Bajo consumo de proteínas

Otro de los problemas más graves y que suelen repetirse con demasiada frecuencia en la alimentación de la mayoría de las personas, es el consumo de proteínas. Estos macronutrientes son esenciales para la vida, sin embargo, la fiebre del fitness ha hecho que la población en general asocie el consumo de estas con la construcción de masa muscular, y que por tanto, sólo es necesaria cuando se hace ejercicio.

Sin embargo, nada más alejado de la realidad, el hecho de que la proteína no sólo contribuye a la ganancia de músculo, sino que también incide en la regeneración de otros tejidos como la piel, el cabello, las uñas, etc.

Consumir proteínas diariamente es imprescindible para seguir un estilo de vida saludable y por ello no sólo debe limitarse a los deportistas aficionados o profesionales. Y, a diferencia de lo que también se cree, el consumo de estas no desencadenan problemas renales a menos, claro, que se consuma de manera excesiva, aunque ya estaríamos hablando de cantidades irrisorias que rondan entre los 3 y 4 gramos por cada kilogramo de peso durante un tiempo prolongado, algo que si ponemos en valores alimenticios es muy difícil de conseguir, incluso para los culturistas de élite.

Las personas que suelen seguir una dieta vegana son las que más perjudicadas se ven a la hora de administrar su consumo proteico, por lo que deben prestar mucha atención a su alimentación y decantarse por ingerir frutos secos, semillas como la chía y soya, legumbres, tofu y sus derivados, etc.

5. Compensar la falta de nutrientes con suplementos

Algunas personas son conscientes del hecho que comer la comida basura que encontramos dentro de la sección de congelados en el supermercado no aporta ningún tipo de nutrientes, por lo que buscan complementar este déficit haciendo uso de suplementos vitamínicos que cada vez son más populares en países como Estados Unidos.

Y aunque de cierta forma es verdad que nos ayudan a que nuestro cuerpo pueda seguir realizando sus funciones de manera normal al recibir sus vitaminas y minerales, hay que tener en cuenta que ningún suplemento es suficiente como para aportar los beneficios de una dieta saludable, pues tal y como su nombre lo dice, su función es la de complementar, no sustituir.

Y es que los alimentos ultraprocesados no sólo son dañinos por su nulo valor nutricional, sino porque vienen adicionados con grandes cantidades de químicos que a la larga el cuerpo simplemente no puede soportar, lo que acaba en la debilitación del sistema inmunológico y el fallo de órganos como el hígado o los riñones, debido al constante estrés al que son sometidos para poder asimilar toda la basura que se ingiere  a diario.

Las personas veganas tampoco están exentas a ello, aunque más que tratarse de un problema relacionado con la calidad de sus alimentos, se refiere a que para ellos les resulta difícil conseguir algunos nutrientes como la vitamina B12 y que deben ingerir de forma obligatoria a través de suplementos para no interrumpir su estilo de alimentación.

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