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Reseña de "Los emigrados": una obra de W.G. Sebald

En principio, tomé este libro con base en la temática del extranjerismo que revisamos hace algún tiempo dentro de la universidad. Mi entusiasmo por leer se había esfumado con La odisea de Homero y, en retirada, opté por otro no tan clásico. Así es como llegó Los emigrados a mis manos.

Winfried Georg Maximilian Sebald (abreviado como W. G. Sebald) publica este libro en 1992. Sebald, de nacionalidad alemana, trabajó como profesor de universidad en Manchester y East Anglia. Durante ese tiempo, dirigió el Centro de Traducción Literaria. Ganó varios premios en su carrera como escritor (la cual empieza en etapa tardía). Entre ellos, se encuentra la medalla Johannes Brobowski, precisamente por Los Emigrados.

Nos presenta oficialmente la historia de 4 personas durante todo el libro. Y digo “oficialmente” porque, en realidad, es un entramado de muchas crónicas. Página a página, recorremos las memorias de personas en tierra extranjera. Cada apartado inicia con la llegada de un emigrado y su propia historia. Dentro de ésta, relatan cómo llegan a conocer a la persona en cuestión. Así, recorremos las calles de Manchester, Alemania, Francia, etc, en el siglo XX. Pueden contar fragmentos de su infancia, historias de su ciudad natal o bien relatos de sus viajes a Suiza. De esta manera, el narrador hace saltos entre dos (o más) biografías. A modo de árbol, exploramos las raíces que componen sus vidas. Lo más importante es que traspasan las raíces y llegamos a la frontera de su tierra, a base de palabras o fotografías.

Es difícil mencionar todo lo que encierra esta obra. Sebald les otorga un rostro a todos esos hombres anónimos que parecieran irrelevantes al mundo. Apegados a la historia universal, olvidamos que lo extraordinario se puede encontrar a la vuelta de la esquina, en forma de profesor, pintor o mayordomo. A ratos, me encontraba sumido en la nostalgia que destilaban aquellos hombres. Una nostalgia cálida y agradable. It makes me feel that I am a long way away, though I never quite know from where, confiesa un anciano en una playa de Estados Unidos. ¿Sucede lo mismo con nosotros?

Recomiendo ampliamente su lectura a quien desee ver con ojos prestados. A quien se crea lo suficientemente valiente como para revivir los pasos de alguien más. ¿Quién se atreve a crecer, amar, marchitar y morir en unas horas?