CAPILLA DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES
(DEL PUENTE)
HISTORIA
Recién fundada la ciudad, el río Almoloya, tenía un caudal que sólo en época de lluvias crecía y era cuando resultaba peligroso cruzarlo dado que traía una cantidad grande de árboles y basura, por lo que se decidió construir un puente; este fue el primero en la ciudad y se llamó de San Francisco, pues al atravesarlo llegaba uno directamente al atrio del convento del mismo nombre (tríptico # 15).
Se hizo del ancho suficiente para que cupieran dos carretas; este puente funcionó hasta 1743 cuando una fuerte corriente lo destruyó; se construyó otro más en 1878 que logró sobrevivir hasta 1962 cuando se demolió para poder entubar el río, tenía además una placa que decía: «AYUNTAMIENTO DE 1878. REGIDOR CENOBIO FERNÁNDEZ VARGAS, ZARAGOZA. 5 DE MAYO DE 1862».
El puente está relacionado con esta capilla porque a orillas de este río, tenían su residencia el alférez Gregorio de Urosa, y doña María Laris de la Vega, su esposa, quienes poseían una imagen de bulto y de origen español de la Santísima Virgen de los Dolores; al morir el alférez, la viuda decidió cambiar de domicilio, pero al mismo tiempo decidió dejar un grato recuerdo de su marido destinando una parte de la casa para oratorio en que se colocaría la imagen de la Virgen de los Dolores, para lo cual solicitó licencia al obispo don Manuel Fernández de Santa Cruz quien dio la autorización.
Posteriormente al morir la viuda deja parte de sus rentas para construir una capilla y por decisión del cabildo eclesiástico se destinó el lugar para fundar la llamada Escuela de Cristo, la cual se dedicaba a la instrucción religiosa elemental y cuyos hermanos tenían la obligación de educar a cierto número de cristianos cada año.
Finalmente, gracias a los donativos y limosnas se avanzó en la obra y la bóveda quedó terminada en 1704; y dado que ya existía una capilla con la misma advocación en otra parte de la ciudad, se decidió llamarla Capilla de Nuestra Señora de los Dolores del Puente de San Francisco, la gente finalmente sólo le llamó «la capilla del puente». En el siglo XVIII se adorna con un retablo barroco estípite que costeó el gremio de los cereros, y en el siglo XIX se le retiró para colocar un ciprés neoclásico, así como también lienzos con pinturas relacionadas con la Pasión de Cristo.