Por: Mtra. María de Lourdes Gómez Mendoza
"Hombre en llamas” Mural del Maestro José Clemente Orozco" por ArmandoH2O está bajo licencia CC BY 2.0
"Cacaxtla mural - Bird man" por Xuan Che está bajo licencia CC BY 2.0
pensamos en muralismo, llega a nuestro imaginario el colorido de las escenas hieráticas y dramáticas de la epopeya revolucionaria, plasmados en imponentes espacios públicos de México como la escalinata principal del Palacio Nacional, el Palacio de Bellas Artes, el Polyforum Cultural Siqueiros o la Biblioteca Central de la UNAM entre otros muchos espacios, centros de congregación política, cultural o educativa. La tradición muralista en el pueblo mexicano tiene una muy larga tradición. El centro ceremonial de Teotihuacán, por ejemplo, albergó frescos que dan testimonio de la concepción del mundo de la época prehispánica. La arqueóloga Verónica Ortega comenta que las pirámides del Sol y la Luna estaban cubiertas por murales, “era una ciudad roja”, por el tipo de pintura hecha a base de óxido de hierro en diferentes intensidades o escalas tonales. Otro gran ejemplo son los murales de Cacaxtla en Tlaxcala, este centro ceremonial de más de mil años, alberga uno de los más importantes murales que se hayan descubierto. La pintura mural ha sido, desde entonces, un medio para trascender y mostrar el orgullo por las victorias militares, la identidad religiosa, social y política, pero sobre todo ha sido un medio de construcciones estéticas ideológicas masivas. Las técnicas de representación en Cacaxtla, consistían, según lo explica Diana Magaloni Kerpel, en un enlucido de cal sobre el que se aplicaba la capa pictórica. Fue necesario un aglutinante orgánico, como la goma de nopal, que adhiriera los pigmentos al muro.
Durante el virreinato, los murales tuvieron gran importancia en el proceso de evangelización. Pinturas al fresco fueron realizadas en monasterios agustinos por los indios “tlacuilos”, recordando la gloria de los frailes y soldados, los actos heroicos de los primeros mártires o los primeros indios convertidos. Importantes ejemplos podemos encontrar en San Agustín de Acolman, Yuriria, Púndano y Cuitzeo en Michoacán o Actopan en Hidalgo. Realizar murales significó no solo tener habilidad para el dibujo o la representación, sino que requirió del dominio de una técnica larga y compleja, la adecuación de la pintura a los muros, la observación de las características de humedad y el comportamiento de los pigmentos, entre otras variables.
"Diego Rivera Mural - Bellas Artes" by dnunz is licensed under CC BY-ND 2.0
Los murales en México han dado testimonio de transiciones, procesos, presencias y rupturas. La modernidad significó un cambio de conciencia social. El fin de la llamada paz porfiriana y la consecuente Revolución mexicana trajeron la necesidad de una renovación social y cultural. Las tradiciones académicas en Europa rompían paradigmas en medio de un mundo también convulsionado por la industrialización, la colonización comercial, la sobre explotación del trabajo obrero o la lucha de clases, en el contexto de una estructura política y social que no se contenía ante la injusticia social o las obvias desigualdades.
Algunos de los artistas mexicanos que fueron a Europa en busca de la modernidad notaron con orgullo lo que la tierra mexicana y su pasado glorioso ofrecían. Atacaron el arte pompier y contemplaron las nuevas tendencias o vanguardias y, con el espíritu renovado la propia academia mexicana, se trastocaría. Hacia 1906, se iniciaron las reuniones entre un grupo de intelectuales formado por Alfonso Reyes, Antonio Caso, José Vasconcelos y Pedro Hernández Ureña, este último escribió:
“Sentimos la opresión intelectual, junto con la opresión política y económica… Veíamos que la filosofía oficial era demasiado sistemática, demasiado definitiva para no equivocarse” (Fernández, J. 1994).
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El Ateneo de la Juventud fundado en 1909 agrupó a filósofos, escritores, artistas y músicos que se reunieron en torno de una aspiración primordial, el retorno de las humanidades y la crítica del positivismo ortodoxo del grupo de los científicos, durante el régimen de Díaz. Se recuperan escritores como Kant, Nietzsche, Schiller o Hegel. Las bases de la filosofía de José Vasconcelos estaban en marcha y terminada la Revolución, con la consecuente pérdida de un sustento cultural que hiciera frente a la necesidad de aglutinar a las fuerzas políticas y sociales, se hizo necesario redescubrir la naturaleza histórica, artística y cultural del país. Durante el periodo de Álvaro Obregón la Revolución mexicana se institucionalizó, con letras mayúsculas. Para 1920 y como ministro de Educación, José Vasconcelos, toma como modelo el plan del ministro de Instrucción de la URSS y elabora lo que será un plan cultural integral que incluye la fundación de escuelas rurales, la alfabetización de indígenas y la exaltación de la cultura.
“El arte, es la única salvación de México”.
El movimiento integrado, la habilidad pictórica de sus representantes, la conjunción entre vanguardia y tradición, dieron la fama y gloria internacional al movimiento muralista, así, Diego Rivera en el mural de la ex Hacienda de Chapingo, representó el avance del hombre hacia un futuro de paz y progreso. Visiones un tanto utópicas configuraron ideales como el papel del campesino como actor de cambio social y constructor de un país justo o el dominio de la técnica en favor del hombre y el progreso. Las epopeyas históricas del país resumidas en los murales de Palacio Nacional son el recuerdo constante de nuestro valor como Nación, una de las más elocuentes obras de Diego Rivera.
"Biblioteca Central" by Aloud.. is licensed under CC BY-ND 2.0
El Ateneo de la Juventud fundado en 1909 agrupó a filósofos, escritores, artistas y músicos que se reunieron en torno de una aspiración primordial, el retorno de las humanidades y la crítica del positivismo ortodoxo del grupo de los científicos, durante el régimen de Díaz. Se recuperan escritores como Kant, Nietzsche, Schiller o Hegel. Las bases de la filosofía de José Vasconcelos estaban en marcha y terminada la Revolución, con la consecuente pérdida de un sustento cultural que hiciera frente a la necesidad de aglutinar a las fuerzas políticas y sociales, se hizo necesario redescubrir la naturaleza histórica, artística y cultural del país. Durante el periodo de Álvaro Obregón la Revolución mexicana se institucionalizó, con letras mayúsculas. Para 1920 y como ministro de Educación, José Vasconcelos, toma como modelo el plan del ministro de Instrucción de la URSS y elabora lo que será un plan cultural integral que incluye la fundación de escuelas rurales, la alfabetización de indígenas y la exaltación de la cultura.
“El arte, es la única salvación de México”.
El movimiento integrado, la habilidad pictórica de sus representantes, la conjunción entre vanguardia y tradición, dieron la fama y gloria internacional al movimiento muralista, así, Diego Rivera en el mural de la ex Hacienda de Chapingo, representó el avance del hombre hacia un futuro de paz y progreso. Visiones un tanto utópicas configuraron ideales como el papel del campesino como actor de cambio social y constructor de un país justo o el dominio de la técnica en favor del hombre y el progreso. Las epopeyas históricas del país resumidas en los murales de Palacio Nacional son el recuerdo constante de nuestro valor como Nación, una de las más elocuentes obras de Diego Rivera.