Gracias a estas relaciones, fue que Natalia se enteró de la existencia del programa Una Apuesta de Futuro. Un día, fue invitada a participar en un torneo de básquetbol en otra comunidad y ella, como buena amante del deporte, asistió.
“Allí conocí a una profesora que estaba dando su servicio y estudiaba su Maestría en UPAEP, por eso conocí el programa de Una Apuesta de Futuro. Me dijo que debía ser miembro de una Organización, que debía haber trabajado en proyectos de impacto social y en todo lo que me decía yo encajaba; el problema era que no tenía evidencias porque no tenía celular, nunca tomé fotos de nada, así que mi primer intento para ingresar, falló”, relató.
Sin embargo, eso no detuvo a Natalia, al contrario, le dio impulso para desarrollar más proyectos en su comunidad con la experiencia que adquirió en la Casa de la Mujer Indígena, donde aprendió a trabajar dinámicas de grupo con mujeres amas de casa.
“La Asociación brindaba talleres con temas de violencia de género, aprendí mucho y trabajaba con amas de casa con dinámicas de grupo; con esta experiencia desarrollé proyectos a favor de mi comunidad, de comunidades aledañas e incluso de otros municipios a través del Grupo Misionero de mi Iglesia y de gente de las poblaciones”.
Recordó haber sentido esto como un gran reto dado que no contaba con los recursos suficientes, no obstante, en su camino se encontró con muchas personas que le apoyaron e hicieron posible la materialización de campañas del cuidado del medio ambiente, de acompañamiento escolar y la fundación de un grupo de jóvenes que se llamaba Chicos Humanizando Coamaxalco con compromiso, optimismo y Solidaridad (CHICS).
Entre los retos que tuvo que enfrentar durante la realización de sus proyectos fue en enfrentar paradigmas sociales por ser una comunidad pequeña. Aún así, impulsó, a través de CHICS campañas de recolección de basura; creó la campaña Yo Acompaño a tu Hijo, donde involucró a los padres de familia para realizar guardias en las escuelas; convivios para fomentar la convivencia entre los miembros de la comunidad, entre muchas actividades más.
Dichos proyectos, le dieron a Natalia la oportunidad de obtener una beca del programa Una Apuesta de Futuro, iniciativa de la UPAEP para apoyar la profesionalización de líderes comunitarios y que les brinda la oportunidad de estudiar su licenciatura con colegiatura y gastos de manutención pagados y a cambio desarrollar proyectos de impacto social para apoyar a comunidades vulnerables
“Gané mucha experiencia realizando proyectos en las comunidades, y una cosa que creo que aprendí de todo eso fue a tener cercanía con las personas, a ser empática. Iba a las casas, conocía a las familias, platicaba con ellas, sabía de sus necesidades y me di cuenta que hacen falta muchas manos en las comunidades”.
Esta empatía, hizo que al entrar al programa Una Apuesta de Futuro y dio sus primeros pasos para el desarrollo de su proyecto social, hizo que se le dificultara elegir la problemática a resolver, pues quería abarcar todas las necesidades.
“Yo dije, es que me duele todo, me preocupan todas las causas, ¿qué hago? Fue muy difícil, hasta que me di cuenta que a mi siempre me ha preocupado el tema de las adicciones pues casa tenemos una situación así. Incluso me ayudó a hablar del tema, pues antes para mí era muy complejo poder hacerlo, aceptarlo y entender cómo solucionarlo”, destacó.
Así nació SERES, proyecto que, como el primero, tenía matices humanistas y cuyo objetivo fue promover la prevención de adicciones entre jóvenes de comunidades rurales.
“El objetivo es brindarles herramientas que jóvenes de entre 12 y 21 años puedan usar para la toma de decisiones, para que diseñen un proyecto de vida. SERES se llevó a la práctica de octubre de 2020 a marzo de 2021 a través de un Plan de Formación al que se sumaron 12 chicos y lograron terminarlo 10”, compartió.